Visita privada: Libros y recuerdos en un piso de Chamartín
Natalia Pérez heredó muchísimos libros y un sexto piso de los 50; tras la reforma y con una librería a medida, es feliz.
De niña, Natalia Pérez recuerda ver a su madre trabajando sobre la misma mesa de cristal y caballetes de madera que hoy vemos en el salón. “Ella era física e ingeniera informática. Fue una avanzada a su tiempo”, dice Natalia: una bióloga que trabaja en el mundo del cine y cuyo hogar, un amplísimo sexto piso al norte de Madrid en un edificio de los años 50, ha sido la casa familiar durante tres generaciones.
Para reformar la casa hace dos años acudió a uno de sus mejores amigos: el arquitecto Alberto Marcos, que es, según dice ella, una de las pocas personas que podía entender la importancia de estas paredes y de sus libros. La impresionante estantería que Marcos ha diseñado para su amiga es una radiografía emocional de la dueña, con fotos, recuerdos y objetos curiosos.
Para reformar la casa hace dos años acudió a uno de sus mejores amigos: el arquitecto Alberto Marcos, que es, según dice ella, una de las pocas personas que podía entender la importancia de estas paredes y de sus libros. La impresionante estantería que Marcos ha diseñado para su amiga es una radiografía emocional de la dueña, con fotos, recuerdos y objetos curiosos.
Donde antes estaban los dos dormitorios originales, ahora se ubica una enorme zona de día con la cocina conectada al salón a través de un vano abierto sin puerta (en la imagen, en la pared de la izquierda).
Hay tres ventanas que proporcionan abundante luz natural todo el día… y espectaculares vistas sobre el cielo de Madrid: “el cielo de Madrid se merece su fama… también gracias a la contaminación. Creo que el único defecto de la casa es no tener terraza”, confiesa la dueña, que estudió biología. La fachada da a la concurrida calle de Príncipe de Vergara, de ahí que Natalia quisiera colocar el único dormitorio, que veremos luego, dando al patio interior.
El suelo original de la casa era de barro. “Mi madre puso una tarima encima, pero yo no quería tener radiadores, quería calefacción en el suelo, así que pusimos Mortex, que es un tipo de microcemento con resina”, cuenta la dueña, que controla la temperatura de la casa a través del teléfono móvil: “cuando vives solo, esto te cambia la vida”, confiesa.
Hay tres ventanas que proporcionan abundante luz natural todo el día… y espectaculares vistas sobre el cielo de Madrid: “el cielo de Madrid se merece su fama… también gracias a la contaminación. Creo que el único defecto de la casa es no tener terraza”, confiesa la dueña, que estudió biología. La fachada da a la concurrida calle de Príncipe de Vergara, de ahí que Natalia quisiera colocar el único dormitorio, que veremos luego, dando al patio interior.
El suelo original de la casa era de barro. “Mi madre puso una tarima encima, pero yo no quería tener radiadores, quería calefacción en el suelo, así que pusimos Mortex, que es un tipo de microcemento con resina”, cuenta la dueña, que controla la temperatura de la casa a través del teléfono móvil: “cuando vives solo, esto te cambia la vida”, confiesa.
Natalia trabaja en una distribuidora de cine, haciendo las versiones en español de las películas de Paramount –tareas como traducciones, adaptaciones, trabajo con actores y en la mezcla final del cine. “Si me tocara la lotería me haría productora y me dedicaría a hacer proyectos de cine”, confiesa.
A la vivienda de accede a través de este largo pasillo, a modo de galería, donde la dueña expone ilustraciones, cuadros, jarrones y hasta piedras bonitas en el suelo. Su gusto por el arte es ecléctico: se guía por las historias que hay detrás de las obras u objetos. Las lámparas las compró en El Rastro de Madrid. Precisamente, las luminarias tienen un especial protagonismo en la casa. Para la dueña, la luz es la clave de los espacios.
Al final del pasillo está el acceso al salón; justo antes, a la izquierda, el dormitorio. El armario en primer plano esconde la lavadora y los productos de limpieza.
A la vivienda de accede a través de este largo pasillo, a modo de galería, donde la dueña expone ilustraciones, cuadros, jarrones y hasta piedras bonitas en el suelo. Su gusto por el arte es ecléctico: se guía por las historias que hay detrás de las obras u objetos. Las lámparas las compró en El Rastro de Madrid. Precisamente, las luminarias tienen un especial protagonismo en la casa. Para la dueña, la luz es la clave de los espacios.
Al final del pasillo está el acceso al salón; justo antes, a la izquierda, el dormitorio. El armario en primer plano esconde la lavadora y los productos de limpieza.
En el espacio donde está ahora el dormitorio en suite se encontraba el salón original. “La casa de Natalia es un traje a medida; una casa donde prima el espacio para compartir y la luz, y donde el dormitorio y el aseo se convierten en un pequeño refugio”, afirma el arquitecto.
“Realmente, mi dormitorio . es como un clóset, porque yo vivo sola y hago toda mi vida en el salón. Quería dejar un salón muy grande y un dormitorio con muchos armarios; tiene el punto de cuarto infantil con la cama elevada”, dice Natalia.
“Básicamente, todo lo compro por internet: soy muy mirona. Un ejemplo es el asiento calavera que uso de taburete y para subir a la zona de armarios”, añade.
Taburete Mexico diseñado por Studio Job para Qeeboo
“Realmente, mi dormitorio . es como un clóset, porque yo vivo sola y hago toda mi vida en el salón. Quería dejar un salón muy grande y un dormitorio con muchos armarios; tiene el punto de cuarto infantil con la cama elevada”, dice Natalia.
“Básicamente, todo lo compro por internet: soy muy mirona. Un ejemplo es el asiento calavera que uso de taburete y para subir a la zona de armarios”, añade.
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El cuadro es del padre de una amiga que es ingeniero y que, ya jubilado, decidió dedicarse a la pintura. Las dos lámparas de pared son el modelo Marseille, diseño de Le Corbusier. Al fondo, el acceso al baño sin puerta.
Aprovechando las tomas de agua de la antigua cocina aquí está ubicado el único cuarto de baño de la vivienda. En la parte del inodoro hay un estante con objetos y recuerdos familiares, como los trofeos de esquí del abuelo de Natalia. Las banderitas tibetanas son un regalo de su novio. Además, sirven para evitar miradas indiscretas: “me niego a usar cortinas”, dice tajante.
En la zona de la ducha, destaca una hornacina con iluminación que hace el espacio más cálido… ¡y práctico!
Descubre ideas para renovar el cuarto de baño en la sección ‘Baño’ de la Revista Houzz España
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De vuelta al pasillo, accedemos al salón, con la visión de la enorme librería de más de tres metros de largo por dos y medio de altura.
En la ventana, en el exterior, llama la atención el color verde de unas persianas alicantinas. “Son las originales que había en este edificio, pero la gente las fue quitando y yo las he vuelto a poner”, dice Natalia.
En la ventana, en el exterior, llama la atención el color verde de unas persianas alicantinas. “Son las originales que había en este edificio, pero la gente las fue quitando y yo las he vuelto a poner”, dice Natalia.
“Cuando estoy en casa, hago yoga, leo y escribo –explica Natalia. “Leo en español y en francés. La lectura es mi forma favorita de pasar el rato”.
El diseño de la librería utiliza unas baldas de madera lacadas en blanco y una única balda en castaño de mayor profundidad. “Incorpora unos tacos de castaño macizos que sirven como estructura –los fijos– y como sujetalibros –los móviles–, creando un ritmo que modifica la estantería dependiendo del número de libros o de su ubicación. Ha sido fabricada por mi gran amigo y fantástico ebanista Ibai Gabilondo”, dice el arquitecto.
La antigua mesa de despacho de su madre ahora también hace las veces de espacio para comer, aunque la dueña planea comprar una mesa más grande. “Todavía no sé lo que quiero; algunos días quiero una de cristal; otros una de metal. Tardo tiempo en decidirme por los muebles y piezas, pero una vez compradas no dudo. Tengo claro que no me gustan las simetrías ni las cosas a juego”, explica.
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El diseño de la librería utiliza unas baldas de madera lacadas en blanco y una única balda en castaño de mayor profundidad. “Incorpora unos tacos de castaño macizos que sirven como estructura –los fijos– y como sujetalibros –los móviles–, creando un ritmo que modifica la estantería dependiendo del número de libros o de su ubicación. Ha sido fabricada por mi gran amigo y fantástico ebanista Ibai Gabilondo”, dice el arquitecto.
La antigua mesa de despacho de su madre ahora también hace las veces de espacio para comer, aunque la dueña planea comprar una mesa más grande. “Todavía no sé lo que quiero; algunos días quiero una de cristal; otros una de metal. Tardo tiempo en decidirme por los muebles y piezas, pero una vez compradas no dudo. Tengo claro que no me gustan las simetrías ni las cosas a juego”, explica.
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“Desde que tengo uso de razón me gusta la decoración”, dice Natalia, describiendo su sofá italiano como “una inversión. Es irrompible, con estructura de hierro”. El cuadro sobre el sofá es de la pintora Emma Gans: “me sigue impactando hoy igual que hace veinticinco años, cuando se lo compré a su hijo”. En este rincón es fácil ver a Natalia disfrutar escuchando jazz o música disco de los años 70
La zona de día destaca por la amplitud y la ausencia de piezas muy grandes, lo que hace pensar en una querencia por los espacios minimalistas orientales. “La decoración y el concepto oriental me gustan hasta cierto punto. Nosotros buscamos la luz y ellos juegan con la imaginación en las sombras. Lo que me gusta de la cultura asiática es su concepto filosófico del equilibrio. Para ellos, no existe el pecado y trabajan la bondad y el desapego. Mi padre era un gran aficionado a la cultura china y la filosofía japonesa se inspira mucho en la china, ese aceptar que no somos perfectos y buscar el equilibrio”, comparte.
Sofá Flexform Zeno Light: Flexform Modern
La zona de día destaca por la amplitud y la ausencia de piezas muy grandes, lo que hace pensar en una querencia por los espacios minimalistas orientales. “La decoración y el concepto oriental me gustan hasta cierto punto. Nosotros buscamos la luz y ellos juegan con la imaginación en las sombras. Lo que me gusta de la cultura asiática es su concepto filosófico del equilibrio. Para ellos, no existe el pecado y trabajan la bondad y el desapego. Mi padre era un gran aficionado a la cultura china y la filosofía japonesa se inspira mucho en la china, ese aceptar que no somos perfectos y buscar el equilibrio”, comparte.
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En la imagen, la anfitriona posando junto a un retrato suyo que le hizo Alberto Marcos inspirándose a su vez en la fotografía que cuelga junto a la pintura. “Esa foto me la hice yo cuando tenía 17 años y la pintura me la regaló él cuando teníamos veinte. Ahora, me veo más reflejada en el cuadro que en el retrato, justo lo opuesto que entonces”, dice.
La cocina es un espacio funcional con detalles muy personales. “Me gusta cocinar, me aburre hacerme la comida: ese es el matiz. Utilizo mucho el horno para hacer pescados. Cuando salgo a cenar, siempre pido carne roja”, dice. ¿Alguna especialidad con la Thermomix? “La uso para triturar más que para cocinar”, cuenta. Hay un lavavajillas pequeño y estantes para guardar la vajilla de su abuela. En el futuro, planea poner un jardín vertical en una de las paredes.
Más imágenes de cocinas modernas en Houzz España
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Junto al grifo del fregadero se encuentra el detalle preferido de la dueña: un azulejo con un corazón. Se trata de una serie sobre órganos del cuerpo humano –vértebras, oído interno, vesícula y estómago– de la diseñadora holandesa Marre Moerel. “Al final, para cocinar, los espacios tienen que ser un poco tipo quirófano –cuenta Natalia. Los azulejos se imprimieron en crudo y luego se cocieron. De hecho, el resto de azulejos están buscados para ser lo más parecidos a los impresos”.
Un detalle curioso es el botellero sobre el vano de la puerta: “una amiga es enóloga y en su bodega vi que guardaban las botellas con los corchos hacia abajo”. Al fondo, con puertas de madera, una pequeña alacena.
“Cuando un amigo te hace la reforma de tu casa, la ventaja es que necesitas hablar poco porque al final te intuyes. Mi consejo es que antes de emprender una reforma te tomes el tiempo de preguntar y hablar con el profesional elegido para que entienda bien lo que quieres hacer”, se despide la dueña.
Un detalle que confirma la otra parte implicada, Alberto Marcos: “ha sido un viaje de lo más agradecido. Cuando existen confianza y memoria compartida, el proceso de reformar una casa es muy gratificante”, comparte con Houzz el arquitecto.
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Un detalle que confirma la otra parte implicada, Alberto Marcos: “ha sido un viaje de lo más agradecido. Cuando existen confianza y memoria compartida, el proceso de reformar una casa es muy gratificante”, comparte con Houzz el arquitecto.
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Quién vive aquí: Natalia Pérez
Situación: Madrid
Superficie: 75 metros cuadrados
Proyecto: Alberto Marcos, de AMPS Arquitectura y Diseño
Fotografía: Carla Capdevila / ©Houzz España 2019
“Esta era la casa de mis abuelos y cuando ellos fallecieron mi madre hizo obra y se vino a vivir. Pero esta segunda reforma ha sido diferente, porque le he dado la vuelta a la distribución”, cuenta Natalia sobre la décima casa en la que ha vivido en 25 años, siempre en el mismo barrio, Chamartín. “Madrid me gusta porque para ser capital es muy cálida”, reflexiona la dueña, a quien vemos en la imagen delante de la librería que Alberto Marcos ha diseñado para ella.
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“Nos conocimos en una fiesta cuando teníamos 16 años; desde el principio nos hicimos amigos. Hace un par de años le dije que quería hacer un arreglo en la casa y que tenía mi colección de libros y la de mi madre. Puedo renunciar a cualquier cosa menos a mis libros… son mis mejores amigos, lo que más me arropa, mi mejor decoración, lo que más me une y me mantiene con mi madre fallecida”, cuenta Natalia, bajo a atenta mirada de Sartre, Murakami, Zweig o Ian McEwan.